martes, 11 de diciembre de 2012


El Niteroi de Niemeyer


No me siento atraído por los ángulos, ni por las líneas rectas, duras e inflexibles, creadas por el hombre. Me siento atraído hacia las curvas que fluyen libremente, sensuales. Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, la sinuosidad de sus ríos, las olas del océano y en el cuerpo de la mujer amada.
Oscar Niemeyer

Sobre el proyecto del Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi, el arquitecto brasileño de 103 años cuenta: “el terreno era estrecho, rodeado por el mar, y la solución ocurrió naturalmente, teniendo como punto de partida el inevitable apoyo central. De él, la arquitectura ocurrió espontánea como una flor. La vista hacia el mar era bellísima y había que aprovecharla. Suspendí el edificio y bajo él, el panorama se extendió todavía más rico. Definí entonces el perfil del museo. Una línea que nace desde el suelo y sin interrupción crece y se despliega, sensual, hasta la cobertura. La forma del edificio, que siempre imaginé circular, se fijó y en su interior me detuve apasionado. Alrededor del museo creé una galería abierta hacia el mar, repitiéndola en el segundo pavimento, como un entrepiso inclinado sobre el gran salón de exposiciones”.

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